Si me pregunto cuál es la génesis de este desborde de entusiasmo por la cocina, diría que está en mi infancia. Mi abuelo francés, Paul d'Ans, tenía por hobby la cocina y nos educó el paladar con sus maravillas culinarias.

Mi madre, perteneciente a las Amities Gourmandes de Buenos Aires, me inculcó desde siempre su pasión por detectar sabores y matices imposibles, transmitiéndome desde siempre su experiencia. Diríá que tuve una "educación gourmet". También a temprana edad comprendí que el cocinero es un artista individual, cual pintor que mezcla colores en el lienzo, pero en este caso los "sabores en la olla". En mi métier me siento un poco artista, donde pongo en juego el amor por las cosas simples cocinadas a la perfección.

 

Claro, se necesita ganas, inspiración, tiempo, audacia y -a veces- algo de locura para empezar. Con estos ingredientes uno sí puede plantearse cocinar "para los demás".

Esta vocación me llevó por la vida probando sin cesar, aprovechando cada viaje para conocer nuevas y variadas cocinas. Cuando se prueba lo excelente, lo simplemente bueno no basta. Leer mucho sobre gastronomía también aportó nuevos conocimientos sobre este tema que me apasiona.

Así, casi sin darme cuenta pasaron 30 años. Si miro hacia atrás recuerdo muchos ilustres visitantes para quienes cociné durante su paso por Buenos Aires: los presidentes; Aznar, Chirac, Bush y Mandela; príncipes, duques, jefes de gobierno, primeros ministros, secretarios de estado, gobernadores, cancilleres, embajadores, mecenas y grandes empresarios que comieron lo que yo les preparé.

Empezar es fácil ...Mi secreto ha sido la constancia, el apoyo de mis seres queridos, la pasión por el trabajo y las ganas de dar siempre lo mejor para agasajar y gratificar a mis queridos clientes.

 

 
 
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